viernes, 23 de enero de 2009

MOLINO VERDE

El fotógrafo Agustín Jiménez y Ortega (Febronio, futuro editor que se puso Gregorio y quien utilizaba el seudónimo de Máximo Bretal) hicieron la monografía Molino Verde (Ediciones Montmatre, agosto de 1932). La atrevida publicación gráfica, diseñada por Jorge González Camarena, da a conocer en contrapicada la marquesina del teatro, la desolada y popular sillería, la taquilla (la cual prohibía “terminantemente la entrada a menores de 18 años”), tomas de las vicetiples enseñando el pubis, entre ellas una que debe de ser la mítica Lulú Labastida. También se pueden entrever telones (uno se adelanta al pop art norteamericano) y anuncios del Restaurante Tenampa y del cabaret Imperio, ambas negociaciones a dos o tres cuadritas del ardiente foro de Garibaldi.

El reprografiado de las páginas de Molino Verde tiene su historia. En 1933 sirvieron para un collage del semanario Detectives y en 1973 aparecieron en otro. José Antonio Rodríguez incluyó 4 páginas para el número 17 de Alquimia. En Agustín Jiménez y la vanguardia fotográfica mexicana (RM, 2005), Carlos Córdova metió 16 páginas y cometió errores (confundió el teatro con un cabaret, Lulú pasó a ser “Lula” y a Ortega lo bautizó como “Juan”). Ahora en Agustín Jiménez: memorias de la vanguardia (CONACULTA, 2007) se pueden ver todo el número gracias a la iniciativa de José Antonio, encargado de realizar un breve comentario.

No hay comentarios: