En 1934 y en 1964 arribó a nuestro país el francés Henri Cartier-Bresson (22 de agosto de 1908-1 de agosto de 2004). Su primera estancia fue la más importante, que coincidió con los últimos meses de la presidencia de Abelardo L. Rodríguez y el inicio de la de Lázaro Cárdenas. Encontró hospedaje en un cuarto que compartían el juchiteco Andrés Henestrosa, el poeta negro Langston Hughes y el grabador y dibujante jalisciense Ignacio Aguirre (1900-1990), miembro de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR) y amante de Frida Kahlo en 1935. El estudio estaba situado en la populachera calle de Ecuador, entres los rumbos de La Lagunilla y Garibaldi (y no como erradamente lo situó Juan Rulfo en sus erráticas notas). Ellos debieron invitarlo a recorrer el submundo prostibulario que se encontraba lo mismo al final de esa calle que en la concurrida Cuauhtemotzin (actual avenida de Fray Servando Teresa de Mier, entre Lázaro Cárdenas y Pino Suárez).
Es de notar que Cartier-Bresson realizó fotografías posadas de prostitutas. Poses no al estilo de las que se estilaban entonces en estudios de los tradicionalistas retratistas, sino atrapadas dentro de su cotidianidad. Por lo que indican sus fotos prostibularias fueron tomadas de día y ante la complicidad de ellas, que sonríen. La foto más audaz de esa época, las mujeres trenzadas eróticamente sobre una cama, que se supuso prostitutas contratadas ex profeso, en realidad son de lesbianas atrapadas en un "momento decisivo". Miguel Huezo Mixco, biógrafo del caricaturista y diplomático salvadoreño Toño Salazar (1897-1986) y mediante información de Pierre Assouline sobre el fotógrafo francés, sostiene que ese encuentro tuvo lugar en una orgía celebrada en una residencia con decoraciones (seguramente caricaturas) de Salazar. Al recorrer la residencia del anfitrión, donde abundaba el tequila con singular alegría, el ruido de una habitación les llamó la atención. Al ver la escena, Salazar colocó las lámparas mientras el fotógrafo accionaba la cámara. Después el jovial caricaturista se sumó al rito de las mujeres. Cartier-Bresson captó al trío y ocultó la imagen hasta que la dio a conocer en 1999.
Nacho Aguirre y su paisana Guadalupe Marín también posaron para Cartier-Bresson. En “Santa Clara” un torso desnudo, quien cruza sus brazos con los puños cerrados a la altura del pecho, aparece junto a un mueble que contiene zapatos femeninos. Su actitud es de impotencia o de una sexualidad solitaria, si tomamos en cuenta que tiene semi abierto el cierre de su gastado pantalón de mezclilla. Ese hombre con incipiente barba y bigotes supuestamente es Aguirre.
Una mujer de espaldas e hincada en lo aparece ser una azotea nuestra generosa su enorme y adiposo trasero. A su izquierda está un ducto con dos salidas. José Antonio Rodríguez develó en 2008 que esta misteriosa mujer era la tormentosa y polémica Guadalupe Marín (1895-1983), ex esposa de Diego Rivera, a quien le posó desnuda para un mural en Chapingo, y quien para ese época restañaba sus heridas de su pesadillesco matrimonio con el químico José Cuesta. El mismo Henestrosa la mencionó como una de las visitantes al estudio. Ahora esta fotografía anti-surrealista es la joya de la exposición El sabotaje de lo real: fotografía surrealista y de vanguardia, que se exhibe en el Museo Amparo de la ciudad de Puebla.
martes, 9 de junio de 2009
HENRI CARTIER-BRESSON
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